Xenofeminism
XF
Xenofeminismo
Una política por la alienación
Laboria Cuboniks
Zero
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El nuestro es un mundo en vértigo. Es un mundo invadido por mediaciones tecnológicas, que entrelazan nuestras vidas diarias de manera abstracta, virtual y compleja. XF construye un feminismo adaptado a estas realidades: un feminismo de ingenio, escala y visión sin precedentes; un futuro en el cual la realización de la justicia de género y de la emancipación feminista contribuya a una política universalista ensamblada a partir de las necesidades de cada persona, independiente de su raza, habilidad, posición económica o geográfica. No más repetición sin futuro en la espiral del capitalismo, no más sumisión a la monotonía del trabajo, sea productivo o reproductivo, no más cosificación de lo natural como criterio de lo normal. Nuestro futuro requiere una despetrificación. XF no es una oferta de revolución, sino una apuesta a largo plazo por el juego de la historia, que exige imaginación, destreza y persistencia.
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XF aprovecha la alienación como estímulo para generar nuevos mundos. Todxs estamos alienadxs – pero ¿ha habido algún momento en el cual no lo hayamos estado? Es a través, y no a pesar de, nuestra condición alienada que podemos liberarnos de la basura de la inmediatez. La libertad no es algo dado y ciertamente no se nos da por “naturaleza”. La construcción de la libertad no involucra menos alienación, sino más; la alienación es el trabajo de la construcción de la libertad. No deberíamos admitir nada como fijo, permanente o “dado” – ni las condiciones materiales ni las formas sociales. XF muta, navega y sondea cada horizonte. Cualquiera que se haya considerado “no-natural” bajo las normas biológicas reinantes, cualquiera que haya experimentado injusticias en nombre del orden natural, comprenderá que la glorificación de “lo natural” no tiene nada que ofrecernos -a lxs queer y trans entre nosotrxs, a las personas con diversidad funcional, como tampoco a quienes han sufrido discriminación debido al embarazo o a las tareas ligadas a la crianza. XF es vehementemente anti-naturalista. El naturalismo esencialista apesta a teología -cuanto más rápido lo exorcicemos, mejor.
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¿Por qué hay tan poco esfuerzo organizado y explícito para redirigir las tecnologías hacia fines políticos progresivos de género? XF busca hacer un uso estratégico de las tecnologías existentes para re-diseñar el mundo. Estas herramientas implican serios riesgos, son propensas al desequilibrio, el abuso y la explotación de lxs débiles. En vez de fingir que no existen, XF aboga por la necesidad de ensamblar interfaces tecno-políticas que respondan a estos riesgos. La tecnología no es inherentemente progresista. Sus usos están fusionados con la cultura en un círculo de retroalimentación positiva que hace que la secuencia lineal, la predicción y la precaución absoluta sean imposibles. La innovación tecnocientífica debe enlazarse con un pensamiento teórico y político colectivo en el cual mujeres, queers, y disidentes de género tengan un rol sin paralelo.
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El potencial emancipatorio real de la tecnología sigue sin cumplirse. Alimentado por el mercado, su rápido crecimiento es cancelado por un entumecimiento y su elegante innovación se somete al comprador, cuyo mundo estancado decora. Por encima del ruido de materiales inútiles y residuales convertidos en mercancía que se amontonan, la tarea principal consiste en diseñar tecnologías para combatir el acceso desigual a las herramientas reproductivas y farmacológicas, el cataclismo medioambiental, la inestabilidad económica, o las peligrosas formas de trabajo no remunerado o mal pagado. La desigualdad de género aún caracteriza los campos en los que nuestras tecnologías son concebidas, construidas y legisladas, al tiempo que las mujeres que trabajan en la electrónica (por nombrar solo una industria) llevan a cabo los trabajos más monótonos, debilitantes y peor pagados. Tal injusticia exige una reforma estructural, maquínica e ideológica.
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El Xenofeminismo es un racionalismo. Sostener que la razón o la racionalidad es “por naturaleza” una empresa patriarcal es conceder la derrota. Es cierto que la canónica ‘historia del pensamiento’ está dominada por hombres, y son manos masculinas las que vemos reduciendo la velocidad de las instituciones científicas y tecnológicas existentes. Pero esto es precisamente por lo que el feminismo debe ser un racionalismo, por este miserable desequilibrio, y no a pesar de él. No hay racionalidad “femenina”, como tampoco la hay “masculina”. La ciencia no es una expresión del género, sino su suspensión. Si hoy está dominada por egos masculinos, entonces contradice sus propios principios, y esta contradicción puede ser utilizada como una ventaja. La razón, como la información, quiere ser libre y el patriarcado no puede darle la libertad. El racionalismo en sí debe ser un feminismo. XF marca el punto donde estas afirmaciones se intersecan en una dependencia bidireccional y nombra la razón como un motor de emancipación feminista, y declara el derecho de todxs a no hablar como “alguien” en particular.
Interrumpir
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El exceso de modestia en las agendas feministas de las décadas recientes no es proporcional a la monstruosa complejidad de nuestra realidad, una realidad sombreada por cables de fibra óptica, ondas de radio y microondas, oleoductos y gaseoductos, rutas aéreas y marítimas, y la imparable y simultánea ejecución de millones de protocolos de comunicación cada milésima de segundo que pasa. El pensamiento sistemático y el análisis estructural se han quedado en su mayor parte a medio camino en favor de admirables, aunque insuficientes, luchas en localidades concretas y de insurrecciones fragmentadas. Mientras que el capitalismo es entendido como una totalidad compleja y siempre en expansión, muchos posibles proyectos de emancipación anticapitalista conservan un miedo profundo a convertirse en universales, resistiendo la política especulativa a gran escala al condenarlos como vectores necesariamente opresivos. Una certeza tan errónea trata los universales como absolutos, generando una disyunción entre lo que queremos destituir y las estrategias que fomentamos para hacerlo.
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La complejidad global nos abre a demandas éticas y cognitivas urgentes. Estas son responsabilidades prometeicas que no podemos dejar pasar sin mencionar. Mucho del feminismo del siglo veintiuno -desde los remanentes de las políticas posmodernas de la(s) identidad(es) hasta grandes franjas del ecofeminismo contemporáneo – se esfuerza por abordar adecuadamente estos retos de una manera capaz de producir un cambio sustancial y duradero. El Xenofeminismo se empeña en encarar estas responsabilidades como agentes colectivos capaces de hacer transiciones entre múltiples niveles de organización política, material y conceptual.
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Somos rotundamente sintéticxs, el análisis por sí solo no nos satisface. XF ansía una oscilación constructiva entre la descripción y la prescripción para poner en marcha alrededor del género, la sexualidad y las disparidades de poder el recurrente potencial de las tecnologías contemporáneas. Dado que hay un rango de retos de género específicamente relacionados con la vida en la era digital -desde el acoso sexual en las redes sociales, al doxxing, el mantenimiento de la privacidad, o la protección de imágenes online- la situación requiere un feminismo cómodo con los medios informáticos y el uso de las nuevas tecnologías. Hoy, es imperativo que desarrollemos una infraestructura ideológica que respalde tanto como facilite intervenciones feministas dentro de una red de elementos conectivos del mundo contemporáneo. El Xenofeminismo va más allá de la autodefensa digital y la liberación de las redes patriarcales. Queremos cultivar el ejercicio de la libertad positiva —libertad-para en lugar de liberación-de— y animamos a lxs feministxs a que se equipen con las habilidades para reestructurar tecnologías existentes e inventar herramientas materiales y cognitivas nuevas al servicio de fines comunes.
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Las oportunidades radicales conseguidas a partir de desarrollar (y alienar) formas de mediación tecnológicas no deberían seguir siendo aprovechadas para el interés exclusivo del capital, el cual, por su diseño, solo beneficia a unos pocos. Las herramientas se multiplican incesantemente para sumarse a las ya existentes y aunque nadie puede asegurar su total accesibilidad, estas herramientas digitales nunca han estado más disponibles o más susceptibles de ser apropiadas de lo que lo están hoy. Esto no omite el hecho de que una gran cantidad de la población pobre del mundo se ve perjudicada por la industria tecnológica en expansión (desde trabajadorxs en fábricas que trabajan bajo condiciones abominables hasta las aldeas de Ghana que se han convertido en depósito para la chatarra electrónica de las potencias mundiales), no omite, decíamos, sino que reconoce explícitamente estas condiciones como un objetivo a eliminar. Así como la invención del mercado de valores conllevó la invención de la crisis financiera, el Xenofeminismo es consciente de que la innovación tecnológica debe anticiparse a su propia enfermedad sistémica.
Trampa
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XF rechaza la ilusión y la melancolía como inhibidores políticos. La ilusión, como la presunción ciega de que lxs débiles pueden imponerse a lxs fuertes sin una coordinación estratégica, trae consigo promesas incumplidas e impulsos sin orden ni control. Esta es una política que, al querer tanto, acaba construyendo muy poco. Sin la labor de la organización social colectiva a gran escala, declarar el deseo de unx por el cambio global es nada más que un deseo. Por otra parte, la melancolía -tan endémica en la izquierda- nos enseña que la emancipación es una especie extinta por la cual llorar y lo mejor que podemos esperar son breves episodios de resistencia. En su peor fase, tal actitud no genera nada más que letargo político, y en la mejor, instala una atmósfera de desesperanza penetrante que demasiado a menudo degenera en faccionalismo y en un moralizar mezquino de cosas menores. El mal de la melancolía solo agrava la inercia política, y -so pretexto de ser realista- renuncia a toda esperanza de calibrar el mundo de otra manera. Es ante tales males que el Xenofeminismo vacuna.
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Tomamos la posición de que la política que valoriza lo enteramente local disimulando subvertir las corrientes de la abstracción global es increíblemente insuficiente. Secesionarse de o negar la maquinaria capitalista no hará que desaparezca. De igual manera, las sugerencias de tirar el freno de emergencia de las velocidades embebidas, el llamado a parar y retroceder, es una posibilidad disponible solo para algunxs -una particularidad violenta de la exclusividad- en última instancia conllevando catástrofe para muchos. Rehusarse a pensar más allá de la microcomunidad, a cultivar conexiones entre insurgencias fracturadas, a considerar cómo la táctica emancipatoria puede ser avanzada para su implementación universal, es mantenerse satisfechx con gestos defensivos y temporales. XF es una criatura afirmativa en la ofensiva, insistiendo intensamente en la posibilidad de un cambio social a gran escala para todos nuestrxs parientes alienígenas.
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Un sentido de la volatilidad del mundo y su artificialidad parece haberse desvanecido de la política feminista y queer, en favor de una plural, pero estática, constelación de identidades de género, en cuya luz desoladoras ecuaciones de lo bueno y lo natural son restauradas tercamente. Mientras que se tiene (tal vez) umbrales de “tolerancia” admirablemente expandidos, demasiadas veces nos dicen que busquemos consuelo en la no-libertad, defendiendo declaraciones de haber “nacido” de esta manera, como ofreciendo una excusa con la bendición de la naturaleza. Mientras tanto, el centro heteronormativo continua resoplando. El Xenofeminismo reta a este referente centrifugo, a sabiendas de que el sexo y el género son ejemplares en el fulcro entre norma y hecho, entre libertad y compulsión. Mover el fulcro en la dirección de la naturaleza es una concesión defensiva en el mejor de los casos, y un paso atrás de lo que hace la política trans y queer más que un lobby: que es una aserción arduosa de una libertad en contra de un orden que parecía inmutable. Como cada mito de lo dado, una fundación estable es fabulada para un mundo real de caos, violencia y duda. Lo “dado” es secuestrado a un reinado privado de certeza, mientras que se retrae en frentes de consecuencias públicas. Cuando la posibilidad de la transición se volvió real y conocida, la tumba bajo el santuario de la Naturaleza se quebró y nuevas historias resoplando con futuros, escaparon el antiguo orden del “sexo”. La red disciplinaria del género es, no en menor medida, parte de un intento de arreglar la fundación quebrada y amaestrar las vidas que escaparon. El tiempo ha venido para tirar abajo el santuario por completo, y no arrodillarse frente a él en una apología patética por la poca autonomía ganada.
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Si el “ciberespacio” alguna vez ofreció la promesa de escapar la estructuras de las categorías de identidad esencialistas, el clima contemporáneo de los medios sociales ha golpeado fuertemente en la otra dirección, y se ha convertido en un teatro donde estas postraciones a la identidad son realizadas. Con estas prácticas de curaduría vienen los rituales puritanos de mantenimiento moral, y las fases son, demasiadas veces, infestadas con los placeres rechazados de la acusación, el escándalo y la denunciación. Plataformas valiosas de conexión, organización y el compartir de habilidades se tapan llenas de obstáculos para el debate productivo posicionados como si fueran debate. Condenamos estas políticas puritanas de la vergüenza, la cual fetichiza la opresión como si fuera una bendición, y enturbia las agua de locuras moralistas. No queremos ni manos limpias ni almas hermosas, ni virtud ni terror. Queremos formas superiores de corrupción.
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Lo que esto muestra es que la tarea de ingeniar plataformas de emancipación social y organización no puede ignorar las mutaciones culturales y meméticas que estas plataformas otorgan. Lo que requiere re-diseño son los parásitos meméticos que alientan y coordinan conductas de maneras ocultas por la imagen de su huésped; al fallar esto, los memes como “anonimidad”, “ética”, “justicia social” y “privilege-checking” se mantienen como vectores para dinamismos sociales que divergen punzantemente de las intenciones comendables con las que son adoptados. La tarea de una auto-amastreamiento colectivo demanda la manipulación hipersticional de los hilos de marioneta del deseo -la manufacturación de la realidad mediante el despliegue de operadores semióticos por el terreno de los sistemas culturales altamente encadenados. La voluntad siempre será corrompida por los memes en los que trafica, pero nada le previene de instrumentalizar este hecho, y calibrarlo en vista de los fines que desea.
Paridad
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El Xenofeminismo abole el género. “Abolir el género” no es código para la erradicación de lo que son considerados actualmente características “gendered” de la población humana”. Bajo la patriarquía, tal proyecto solo puede generar desastre – la noción de lo que es “sexuado” se mantiene desproporcionadamente atada a lo femenino. Pero aunque este balance fuera revestido, no tenemos interés en ver la diversidad sexuada del mundo reducida. ¡Qué cientos de sexos nazcan! “Abolir el género” es una manera de enunciar la ambición de construir una sociedad donde las características ensambladas actualmente bajo la rúbrica del género ya no construyan una red para la asimétrica operación del poder. “Abolir el género” se expande en una fórmula similar – que la lucha debe continuar hasta que las características racializadas ya no sean de más significancia que los “colores” de unx. En última instancia, cada abolicionismo emancipatorio debe inclinarse hacia el horizonte de la abolición de clase, dado a que es en el capitalismo donde encontramos la opresión en su forma transparente y desnaturalizada: No eres explotadx u oprimidx porque eres unx trabajadorx a sueldo o pobre; eres unx trabajadorx o pobre porque eres explotadx.
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El Xenofeminismo entiende que la viabilidad emancipatoria de los proyectos abolicionistas – la abolición de la clase, el género y la raza – es absolutamente contingente a una profunda reconstitución de lo universal. Lo universal debe ser abordado como genérico, lo cual significa interseccional. Interseccionalidad no es la morcelación de colectivos bajo un ruido estático de identidades cruzadas, sino una orientación política que corta a través de cada particular, rehusándose a la tosca estereotipación de cuerpos. Esta no-absoluta y genérica universalidad debe mantenerse en guardia en contra de la tendencia facilista de conflación con los particulares inflados y no-marcados – como el universalismo eurocéntrico- donde el hombre es confundido por el que no tiene sexo, el blanco por el que no tiene raza, el cis por el real, etc. Sin tal universal, la abolición de clase se mantendrá una fantasía burguesa, la abolición de raza se mantendrá como una supremacía blanca tácita y la abolición del género se mantendrá como una misoginia escondida, hasta -y especialmente, cuando sea adoptada por lxs mismxs feministxs. (El absurdo e imprudente espectáculo de que muchas abolicionistas del género entren en conflicto en contra de las mujeres trans es prueba suficiente de esto)
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De lxs postmodernxs hemos aprendido a quemar los disfraces del universal falso y a dispersar tales confusiones; de lxs modernxs, hemos aprendido a filtrar nuevos universales de las cenizas de lo falso. El Xenofeminismo busca construir una política coalicional, una política sin la infección de la pureza. Usar el universal requiere calificación evaluada y auto-reflexión cuidadosa para poder convertirse en una herramienta al-alcance-de-la-mano para múltiples cuerpos políticos y algo que puede ser apropiado en contra de las numerosas opresiones que cortan transversalmente con géneros y sexualidades. El universal no es un plan de acción, y antes que dictar sus usos en avanzado, proponemos al Xenofeminismo como una plataforma. El mero proceso de construcción es, por ende, entendido como un incansable, iterativo y continuo revestimiento. El Xenofeminismo busca ser una arquitectura mutable que, como el software de código abierto, se mantiene disponible a perpetua modificación y mejora siguiendo el impulso navegacional del razonamiento militante ético. Abierto, sin embargo, no significa sin dirigir. Los sistemas más durables en el mundo le deben su estabilidad a la manera en la que entrenamos al orden para emerger como una “mano invisible” de la espontaneidad aparente, o explotar la inercia de la inversión y la sedimentación. No debemos dudar en aprender de nuestrxs enemigxs y buscar maneras de plantar orden, pero un orden que es equitativo y justo- en la geometría de libertades que estas plataformas otorgan.
Ajustar
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Nuestro lote está con la tecnociencia, donde nada es tan sagrado que no puede ser re-ingeniado y transformado para ensanchar la apertura de nuestra libertad, extendiéndose al género y lo humano. Decir que nada es sagrado, que nada es trascendente o protegido de la voluntad de saber, de modificar, de hackear, es decir que nada es sobrenatural. La “Naturaleza” entendida aquí como el territorio sin límites de la ciencia– es todo lo que hay. Así que al tirar abajo la melancolía y la ilusión, lo no-ambicioso y lo no-escalable; el puritanismo libidinizado de ciertas culturas en línea, y la Naturaleza como un dado no-realizable, encontramos que nuestro anti-naturalismo normativo nos ha llevado hacia el naturalismo ontológico. No hay nada, declaramos, que no pueda ser estudiado científicamente y manipulado tecnológicamente.
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Esto no significa, sin embargo, que la distinción entre lo ontológico y lo normativo, entre hecho y valor, sea simplemente final. Los vectores del anti-naturalismo normativo y el naturalismo ontológico abren muchos campos de batalla ambivalentes. El proyecto de desenmarañar lo que debe ser de lo que es, de desasociar la libertad del hecho, la voluntad del conocimiento, es, sí, una tarea infinita. Hay muchas lacunae donde el deseo nos confronta con la brutalidad del hecho, donde la belleza es indesligable de la libertad. La poesía, el sexo, la tecnología y el dolor son incandescentes en esta tensión que hemos trazado. Pero si se deja atrás la tarea de la revisión, si se sueltan las riendas y se deja la tensión, estos filamentos se debilitarán instantáneamente.
Cargar
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El potencial de la temprana cultura del internet, basada en el texto, para contrarrestar regímenes de géneros represivos, generando solidaridad entre grupos marginalizados, y creando nuevos espacios para la experimentación, que encendió el ciberfeminismo en los noventas, se ha claramente desvanecido en el siglo veintiuno. La dominancia de lo visual en las interfaces online actuales tiene espacios de interacción, pero esto no significa que las sensibilidades ciberfeministas pertenezcan al pasado. Categorizar las posibilidades subversivas de las opresivas que se mantienen latentes en la web actual requiere un feminismo sensible al retorno insidioso de las viejas estructuras de poder, y aún así lo suficientemente conocedor como para saber cómo explotar el potencial. Las tecnologías digitales no son separables de las realidades materiales que las cubren; están conectadxs para que cada unx pueda ser usadx para alterar a lxs demás hacia otros fines. En vez de argumentar por la primacía de lo virtual sobre lo material, o de lo material sobre lo virtual, el Xenofeminismo aborda puntos de poder y de impotencia en ambos, para desplegar este conocimiento como intervenciones efectivas en nuestra realidad compuesta en conjunto.
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La intervención en hegemonías materiales más obvias es tan crucial como la intervención en hegemonías digitales y culturales. Los cambios al ambiente construido contienen algunas de las más significativas posibilidades para la reconfiguración de los horizontes de mujeres y queers. Como la encarnación de la constelación ideológica, la producción del espacio y las decisiones que tomamos por su organización son, en última instancia, articulaciones sobre nosotrxs y recíprocamente, sobre cómo un “nosotrxs” puede ser articulado. Con el potencial para ejecutar, restringir o abrir condiciones sociales del futuro, lxs Xenofeministxs deben estar en sintonizadxs con el lenguaje de la arquitectura como un vocabulario para una coreografía colectiva- la escritura coordinada del espacio.
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De la calle a la casa, el espacio doméstico no debe ser escapar nuestros tentáculos de intervención. Al estar tan profundamente soldado, el espacio doméstico ha sido denominado imposible de desarticular. El hogar como “norma” ha sido fundida con el hogar como “hecho”, como un dado que no se puede rescatar. El atrofiante “realismo doméstico” no tiene hogar en nuestro horizonte. Pongamos la vista en casas “aumentadas” que son como laboratorios compartidos, de medios comunales e instalaciones técnicas; el hogar está listo para la transformación espacial como un componente integral de cualquier proceso del futuro feminista. Pero esto no puede detenerse en las puertas del jardín. Vemos demasiado bien que las reinvenciones de la estructura familiar y la vida doméstica están actualmente siendo posible a costa de, abstraerse de la esfera económica -la manera de la comuna- o considerando sus cargas de muchas maneras- la manera del padre soltero. Si queremos quebrar la inercia que ha mantenido moribunda a la figura de la unidad de la familia nuclear en su lugar, la cual ha trabajado tercamente para aislar a las mujeres de la esfera pública, y a los hombres de las vidas de sus hijos, mientras que penalizan a aquellos que se alejan de ello, debemos reparar la infraestructura material y quebrar los ciclos económicos que lo encierran en su lugar. La tarea frente a nosotrxs es doble, y nuestra visión necesariamente estereoscópica: debemos construir una economía que libere al trabajo reproductivo y a la vida de familia, y que al mismo tiempo construya modelos de familia libres de la trituradora de mala muerte del trabajo a sueldo.
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Del hogar al cuerpo, la articulación de una política proactiva para la intervención biotécnica y hormonas se exige. Las hormonas hackean sistemas de género que poseen rango político que se extiende más allá de la calibración estética de cuerpos individuales. Pensada estructuralmente, la distribución de hormonas -la que esta distribución prioriza o patologiza– es de importancia extrema. El alza del internet y el hidra de las farmacias del mercado negro que aperturó- junto con el archivo públicamente accesible para el knowhow endocrinológico- fue instrumental en luchar por el control de la economía hormonal lejos de las instituciones que “protegen” la puerta buscando mitigar las amenazas a las distribuciones establecidas de lo sexual. Cambiar las reglas de los burócratas por las del mercado es, sin embargo, no una victoria en sí. La marea necesita subir más. Pedimos que el idioma del “hacking de género” sea extensible hacia la estrategia a largo plazo, una estrategia para que el wetware, similar a lo que la cultura hacker ya ha hecho por el software – al construir un universo entero de libre y abiertas plataformas open source que es lo más cercano a un comunismo practicable que muchos de nosotrxs hemos visto. Sin la imprudencia de poner vidas en riesgo, ¿podemos tejer las promesas embrionarias presentadas ante nosotrxs por el 3D printing farmacéutico (‘Reactionware’), clínicas grasroots de aborto telemedico, hacktivistas de género y foros DIY-HRT, y demás, para ensamblar una plataforma para la medicina libre y open source?
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De lo global a lo local, de las nubes a los cuerpos, el Xenofeminismo toma la responsabilidad de construir nuevas instituciones de proporciones tecnomaterialistas y hegemónicas. Como los ingenieros que deben concebir una estructura total como también sus partes moleculares de lo que se construye, XF enfatiza la importancia de la esfera mesopolítica en contra de la limitada efectividad los gestos locales, la creación de las zonas autónomas y el puro horizontalismo, así como se mantiene en contra de las imposiciones trascendentes o imposiciones de valores y normas desde arriba. La arena mesopolitica de las ambiciones universalistas del Xenofeminismo se comprende a sí misma como una red móvil e intrincada de movimiento entre polaridades. Como pragmatistas, invitamos la contaminación con una pulsión mutacional entre tales fronteras.
Desbordar
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XF insiste que adaptar nuestro comportamiento por una era de complejidad prometeana es una labor que requiere paciencia, pero una paciencia feroz en contra del “esperar”. Calibrar la hegemonía política o memeplex insurgente no solo implica la creación de infraestructuras materiales para hacer explícitos los valores que se quieren articular, pero nos impone demandas a nosotros como sujetos. ¿Cómo nos volvemos portadores de este nuevo mundo? ¿Cómo construimos un mejor parásito semiótico – uno que excite los deseos que queremos desear, que orqueste no una orgía autofágica de indignidad y furia, sino una emancipatoria y egalitaria comunidad apuntalada por nuevas formas de solidaridad no-egoísta y auto-maestría colectiva?
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¿Es el Xenofeminismo un programa? No si esto significa algo tan crudo como una receta, o una herramienta de un solo propósito por la cual un determinado problema es resuelto. Preferimos pensar como el maquinador o el ceceante, quienes buscan construir un nuevo lenguaje en que el problema está inmerso, un lenguaje en el cual las soluciones para este problema, y para cualquier número de problemas relacionados, se desenvuelvan sin problemas. El Xenofeminismo es una plataforma, una ambición incipiente para construir un nuevo lenguaje para la política sexual -un lenguaje capaz de apoderarse de sus propios métodos, como materiales, para que sean re-trabajados, y emerja incrementalmentehacia la existencia. Entendemos que el problema que enfrentamos es sistémico y conectado, y que cualquier oportunidad de suceso global depende de infectar habilidades sin número y contextos con la lógica de XF. La nuestra es una transformación de subsunción filtrada, pero una que es dirigida en vez de una derribada rápida; es una transformación de construcción deliberada que busca sumergir a la patriarquia blanca y capitalista en el mar de procedimientos que suavizan su caparazón y desmantelan sus defensas para poder construir un nuevo mundo de sus restos.
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El Xenofeminismo indexa el deseo para construir un futuro alien, con una triunfante X en un mapa móvil. Esta X no es la marca de una destinación, sino la inserción del keyframe topológico para que una nueva lógica se forje. Al afirmar un futuro desligado de la repetición del presente, militamos por capacidades ampliativas, por espacios de libertad con una geometría más rica que un pasillo, la línea de ensamblaje, y el feed. Necesitamos nuevas herramientas de perspectiva y acción desencadenadas de identidades naturalizadas. ¡En el nombre del feminismo la “Naturaleza” no debe ser más un refugio de injusticia o una base para cualquier justificación política!
¡Si la naturaleza es injusta, cambiemos la naturaleza!
Traducción: – Giancarlo Morales Sandoval, BA, Universidad de Lima.
Proofreaders:
Raul Perez Retana, Masters, King’s College, London
Leticia Blanco, PHD, King’s College, London
Tina Caballero, Birkbeck London, Podemos Feminismos Spain
Translated in 2015